No sólo eso, una práctica frecuente de esta industria, que gasta más en
publicidad que en investigación es la celebración de acuerdos comerciales con
especialistas, consultorios, clínicas particulares e incluso órganos
gubernamentales para prescribir recetas con medicamentos de patente, aún cuando
no sean necesarios, se desconozcan sus efectos secundarios o un fármaco más
sencillo esté disponible en el mercado a un precio mucho más asequible.
La respuesta de quienes representan a la industria se basa en la apología
del modelo de investigación y desarrollo. Desde esta óptica, las empresas no
sólo se encargan de producir y comercializar los medicamentos existentes,
también invierten sus ganancias en la investigación y el desarrollo de nuevos
fármacos más eficientes y con menos efectos secundarios para ofrecerlos al
público. No obstante, la realidad es que la inversión no alcanza ni siquiera el
15 % del total de ganancias reportadas en las diez empresas más poderosas del
rubro.
Ante tales hechos, es inevitable la formulación de distintas preguntas:
¿Por qué habríamos de dejar la salud mundial en manos de empresas privadas que
sólo persiguen su beneficio? ¿Cuál es el sentido de la ciencia cuando se
produce por un grupo y para un fin particular y no social? Las respuestas
forman parte de la misma sociedad que elige los combustibles fósiles en vez de
las alternativas ecológicas presentes en la actualidad, la que pretende
obsesivamente llegar a Marte en vez de revertir el proceso de contaminación y
cambio climático en este planeta y la que genera cada vez más individuos
aislados y egoístas que niegan la naturaleza de su carácter social ante una
competitividad absurda.
Alejandro López
http://culturacolectiva.com/el-lado-oscuro-de-la-industria-farmaceutica-y-los-riesgos-de-la-salud-como-un-negocio
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