Por: Carlos
Machado
El mercado farmacéutico mueve unos 200.000 millones de dólares al año. Un
monto superior a las ganancias que brindan la venta de armas. Por cada dólar
invertido en la fabricación de un medicamento se obtienen mil en el mercado.
Este mercado, además, es uno de los más monopolizados del planeta, ya que sólo
25 corporaciones copan el 50 por ciento del total de ventas.
El mercado farmacéutico mueve unos 200.000 millones de dólares al año. Un
monto superior a las ganancias que brindan la venta de armas o las
telecomunicaciones. Por cada dólar invertido en la fabricación de un
medicamento se obtienen mil en el mercado.
Y las multinacionales farmacéuticas saben que se mueven en un terreno
de juego seguro: si alguien necesita una medicina, no va a escatimar dinero
para comprarla. Este mercado, además, es uno de los más monopolizados del
planeta, ya que sólo 25 corporaciones copan el 50 por ciento del total de
ventas. De ellas, las seis principales compañías del sector –Bayer, Novartis, Merck,
Pfizer, Roche y Glaxo- suman anualmente miles de millones de dólares de
ganancias, a lo que hay que añadir más todavía, dado que todos los grandes
grupos farmacéuticos son también potencias de las industrias química,
biotecnológica o agroquímica.
Todo ello, y su imparable avidez por seguir haciendo dinero y creciendo
cual un parásito destructivo, hace que las multinacionales del sector, haciendo
gala de una total impunidad, se desentiendan de su verdadero cometido, lasalud, y no reparen en
aplastar a competidores menores, atacar a gobiernos débiles que intenten
enfrentarlas y, lo que es peor, mantener precios prohibitivos para las poblaciones
de escasos recursos y a la vez fabricar productos que en muchísimos casos
terminan envenenando a los eventuales pacientes. Sobrados ejemplos hay en ese
sentido.
Uno de ellos tuvo como protagonista a Merck, uno de los gigantes
farmacéuticos que se vio obligado a retirar del mercado a una de sus estrellas,
el antiinflamatorio Vioxx (rofexocib), cuya venta le reportaba 2.500 millones
de dólares al año. Pero hasta que Merck retiró ese medicamento fue demasiada la
sordera, la negligencia y la falta de ética frente a las constantes
advertencias sobre los riesgos cardiovasculares que producía.
Actualmente, ese fármaco podría causarle a Merck muchas más pérdidas que su
retiro de las ventas. En Estados Unidos, la compañía fue declarada responsable
de la muerte de Robert Ernst y obligada a pagarle a su viuda 253,4 millones de
dólares, pero se encuentran pendientes de resolución unas 5.000 denuncias, y
puede suceder que la compañía farmacéutica tenga que desprenderse finalmente de
entre 18.000 y 50.000 millones de dólares. Sin embargo no sólo Merck fue el
responsable de la negligencia, sino que un organismo como la Agencia para las
Drogas y los Alimentos (FDA-Foods and Drugs Agency), el ente gubernamental
norteamericano que supuestamente debe velar por lasalud y la
alimentación de los contribuyentes, también es corresponsable.
Desde el año 2002 se sabía que el Vioxx aumentaba la posibilidad de generar
infartos al corazón o problemas similares, por lo que corrieron las sospechas:
¿apoyó Merck algunos trabajos o investigaciones de la FDA, o hubo algún tipo de
contraprestación o, si se prefiere, de “coimas”?. Nada de ello resultaría
extraño, si nos atenemos a los antecedentes de la FDA en el juego de intereses
con que son favorecidos los grandes grupos químico-farmacéuticos, y de los que
nos ocupamos en notas anteriores. Lo cierto es que Merck no retiró al Vioxx del
mercado hasta el año 2004, un retraso inexplicable ya que eran demasiadas las
evidencias de múltiples efectos cardiovasculares adversos del fármaco, y una
falta de respuesta rápida incomprensible en una compañía fundada hace 340 años.
La conclusión no es tan difícil: las ventas del producto fueron más importantes
que sus efectos adversos.
http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Salud/La_mafia_farmaceutica._Peor_el_remedio_que_la_enfermedad